Montañas del Catatumbo |
El municipio de El Tarra ubicado en la región del Catatumbo es
considerado uno de los más peligrosos del país porque confluyen varios grupos
armados como el ELN y el EPL. La geografía montañosa, su proximidad con la
frontera de Venezuela y la violencia de los insurgentes han generado una
ausencia estatal total.
La ausencia del gobierno y la presión de las guerrillas han
conllevado a modelos de producción ilegales, siendo común observar las
plantaciones de coca en las montañas y los camiones transportando gasolina
robada.
Este panorama y la mala fama de los medios de comunicación,
han evitado que la región no desarrolle su potencial económico, turístico y
social. Es una situación difícil para los cientos de pobladores que no
encuentran oportunidades laborales ni apoyos productivos.
Los grupos armados han diezmado a los líderes que se han
levantado alzando la voz para pedir por sus derechos, pero afortunadamente no
han podido acallar a muchas personas que aún se levantan con la convicción de
seguir trabajando por el bienestar de su territorio.
Entre los líderes de la región que no se han amedrentado por
la situación, encontramos al CISCA (Comité de integración social del Catatumbo),
quienes por su organización y visión, han logrado resistir la violencia de los
grupos armados, incluyendo el ejército y han adelantado sus objetivos de
construir una paz para la región.
El CISCA junto con la profesora de la carrera Trabajo social,
Olga del Pilar Vásquez, me invitaron a realizar un taller de desarrollo de la
capacidad creativa a los integrantes de la comunidad, líderes, indígenas Barí,
agricultores y recicladores.
El taller fue solicitado por la importancia de desarrollar
tecnologías de bajo costo con alto impacto social y ambiental. En El Tarra no
existe un buen manejo de los residuos generados por el consumo, por lo tanto,
el reciclaje resultaría ser una buena opción, de no ser que no se cuenta con el
presupuesto ni la tecnología. A su vez, la región es rica en cuerpos de agua,
que se están contaminando por la mala gestión de las basuras.
Por lo anterior mencionado, se propuso desarrollar la bomba
de agua para aprovechar las múltiples quebradas que rondan la zona y se propuso
el cortador de hilo para reducir y aprovechar la cantidad de botellas que
producen los habitantes de las veredas y casco urbano.
El taller se desarrolló en la finca de la organización CISCA
a las afueras del casco urbano los días 20 y 21 de septiembre. Para ambos días
se contó con el apoyo de los estudiantes de la profesora Olga, quienes ayudaron
en cuestiones logísticas y apoyo en las diversas actividades.
Finca del CISCA |
Los participantes desarrollaron las tecnologías y terminaron
bastante emocionados con las propuestas. Lastimosamente no todos los invitados quisieron
asistir, pues muchas personas se enfrentan a la propuesta de desarrollo de
tecnologías simples, pues creen que la única solución de sus problemas es
aumentar la inversión y mejorar la tecnología a gran escala. Es cierto que se
requiere inversión y tecnología sofisticada, pero esperar a que ocurra eso,
puede demorar y mientras tanto, se debe proponer y hacer algo.
Las bombas de agua se hicieron sin ningún contratiempo, todas
funcionaron adecuadamente. Las máquinas de hilo PET sorprendieron a los
participantes, quienes también aprendieron a realizar unos tejidos con la
fibra.
En cierta etapa del taller, se permitió que los participantes
hicieran ejercicios de creatividad con el hilo de botella. Los resultados
fueron increíbles, pues no solo fue el desarrollo técnico de la manera de
entretejer, también hubo un ejercicio de sanación a través del tejido.
El ejercicio de sanación se dio en un grupo de madres que han
sufrido la violencia y la pérdida de sus seres queridos, para ello realizaron
una telaraña. Ellas eran las arañas que tejían vínculos sociales, al mismo
tiempo que perdonaban a las personas que las habían herido. Agradecían estar
vivas y tener el poder de seguir trabajando para mejorar sus hogares. Las
tecnologías que les enseñamos eran importantes, pues se convertían en
herramientas que les ayudaban en su labor.
Telaraña de las madres tejedoras |
Este taller se convirtió en una oportunidad de construir paz.
La paz no solo se constituye en el papel, la paz se debe construir todos los
días, y para lograrlo se requiere la implementación de tecnologías que permitan
el desarrollo económico. Las tecnologías de bajo costo son importantes para
permitir a las personas tomar iniciativas laborales y financieras sin necesidad
de un alto capital, empoderándolas y dándoles la facilidad de desarrollarse con
dignidad.
Los participantes finalizaron con una retroalimentación en la
cual se comprometían en desarrollar más tejidos al mismo tiempo que enseñaban
lo que habían aprendido. Así finalizó un evento que dejó una profunda huella en
todos los que intervenimos en él, esperamos que esto contribuya con la
construcción de la paz en una región golpeada por la violencia.
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